Ramón Franco Bahamonde, el hermano republicano y masón del Caudillo.
En todas las familias suele haber un garbanzo negro y eso es lo que pensaría su muy excelso hermano Paquito. Fue el menor de cuatro hermanos de una familia donde la vena militar les venía por parte de padre. Por parte de madre, se les trató de inculcar una doctrina religiosa muy rígida y severa, que en el caso de Ramón poco caló.
Comenzó su andadura destinado en Melilla, junto con su hermano Francisco. Mientras éste adoraba y observaba las normas al pie de la letra, Ramón no perdía ocasión para saltárselas. De espíritu libre y aventurero, le dio por vestir con chilaba y leer el Corán. Resultó ser un soldado con mucho coraje y valentía. De ahí que le pusieran el apodo de “Chacal”.
Le picó el gusanillo por la aeronáutica y se formó en Cuatro Vientos. Así el 22 de enero de 1926, junto con otros tres tripulantes levantaría el vuelo del hidroavión Plus Ultra, con el que conseguiría cruzar el Atlántico Sur en 51 horas y llegar al Río de la Plata. Su regreso se celebró con honores de héroe.
Esta hazaña le animó a buscar nuevos retos, como dar la vuelta al mundo en 1928. Pero la precipitación y la falta de medios para contar con un hidroavión adecuado dieron por finalizada la misión con un naufragio que bastante bien terminó para lo que podría haber ocurrido. Igualmente se les recibió con honores pero, a puerta cerrada, la bronca del Rey fue morrocotuda por poner en riesgo una máquina tan costosa.
Ahí empezó a torcerse la monarquía para Ramón. Escribió un libro para desquitarse por la reprimenda, pero se lo secuestraron en la imprenta. Lejos de amedrentarse, Ramón se mete en política e ingresa en la Asociación Militar Revolucionaria y se hace masón, a pesar de que su hermano Paquito le intenta convencer de que por ese camino mal iba. Llega a contactar con la CNT y es detenido y encarcelado acusado de proporcionarles armas. Se escapó de prisión y consiguió convencer a unos cuantos militares de Cuatro Vientos de secundarle en un alzamiento militar cuyo objetivo era acabar con la monarquía. Llegaron a sobrevolar Madrid con la intención de volar el Palacio Real, cosa que como todos hoy sabemos, no llegó a hacer.
Tal día como hoy de 1930 podía leerse en “La Nación”:
“Esta madrugada se ha fugado de Prisiones Militares el comandante Franco.
El comandante Franco, en compañía de otro militar de la misma graduación, se fugó esta madrugada de Prisiones Militares. La noticia, al divulgarse, ha producido en el público verdadero asombro. La unanimidad en el desfavorable comentario ahorra mucho de lo que nosotros pudiéramos decir, cumpliendo el deber de enjuiciar cuanto se relaciona con la vida pública.
El caso es insólito, y sería difícil encontrarle precedente en el que concurrieran análogas circunstancias tratándose de oficiales del Ejército. Aunque la ley lo mande, moralmente estamos todos convencidos de que, tratándose de hombres se que visten el uniforme militar, no hacen falta cadenas ni cerrojos, ni vigilancia рarа obligarles a cumplir un correctivo o una pena. ……….
El comandante Franco dijo hace poco, en una carta para la publicidad, que no pertenecía a la Aviación, ni casi al Ejército. Sólo así se concibe que haya procedido en la forma que lo ha hecho.
Pero ni aun así. Porque ¿qué finalidad puede perseguir con su evasión el Sr. Franco, como no sea que se hable de él más de lo conveniente durante unos días? Estaba cumpliendo arrestos gubernativos, no por los delitos que podían representar sus manifestaciones contrarias al Régimen y la exposición de sus ideas y propósitos revolucionarios, sino por infringir la orden que prohíbe a los militares intervenir en política. ¿Qué mayor consideración podía esperar? ¿Qué ventajas puede reportarle, material ni moralmente , su fuga?
Padece el Sr. Franco la obsesión de la notoriedad, y ella, seguramente, le ha perdido. No se ha contentado con ser el heroico y resistente conductor del «Plus Ultra», hazaña por la que todos le admiramos, tal vez con demasiado olvido de quien fué cerebro de ella, sino que ha intentado intervenir en la vida pública con pretensiones inmoderadas.
El Sr. Franco, tal como se desprende de sus palabras y de sus actitudes, ha llegado a creer que los 22 millones de españoles debemos vivir pendientes de él, y que el porvenir de España está en sus manos.”


Y al día siguiente en La Correspondencia Militar :
“E! comandante Reyes desapareció con el comandante don Ramón Franco También pudo saberse que el comandante Franco había desaparecido en compañía de otro de los recluidos en Prisiones Militares. Se trata del comandante Alfonso Reyes, encartado en un delito común, una estafa por valorde 35.000 dólares, cometido en tiempos de la Dictadura, con motivo de una de las Exponsiciones Internacionales celebradas en España, y de la que fué víctima una Compañía norteamericana.”
El Heraldo de Madrid era más condescendiente con don Ramón:
“Al margen de todas las opiniones políticas, el pueblo considera a Franco como a uno de sus héroes. La gesta del «Plus Ultra» eleva al gran aviador a la categoría de valor nacional auténtico e incuestionable. Por eso, cuando se contemplaba el espectáculo de una sanción impuesta al glorioso surcador de los cielos atlánticos, se experimentaba más o menos acusada, según las sensibilidades, la impresión de algo que hería a nuestra conciencia de españoles amantes de las figuras cumbres de la patria, y por eso mismo, al conocer la liberación del prisionero, cesó en muchos la sensación de angustia que antes se sentía.
Pretenden los periódicos derechistas, con la intención piadosa que los caracteriza, que Franco, al rebelarse contra los arrestos que el enfado oficial iba acumulando sobre él (en el expediente que se le instruía últimamente se le condenaba a diez meses), ha quebrantado su palabra de honor.
La imputación es falsa a todas luces. Jamás a un arrestado en Prisiones Militares se le ha exigido previa prestación de palabra de honor. Esto sucede únicamente con los que permanecen en libertad o en su domicilio, y mal pudo, pues, al huir Franco, faltar a una palabra de honor que no empeñó. Téngales Dios en cuenta la intención a los propaladores de la especie. Nosotros tenemos la evidencia de que el día de la resurrección de la carne será cuando cambiemos de postura, porque en ese momento solemne los hombres de izquierda pasaremos a la derecha… de Dios Padre, que es, según el dogma, el sitio asignado para los mejores, en tanto que los de la derecha seguirán siendo siniestros por los siglos de los siglos.”

Claro que ese día al Heraldo les pillaban mosqueados, abría su edición con estas palabras:
EL GOBIERNO NOS CONCEDE OTRA LAUREADA PERIODÍSTICA / Y sin un motivo, sin una sola justificación suspende a HERALDO DE MADRID durante cinco días. / Nuestro periódico volvió en ellos a los absurdos años de Primo de Rivera; pero la mordaza sólo ha servido para templar nuestro convencimiento de siempre: una España mejor.”
Estos dos figuras se escaparon por la ventana de la capilla, limaron un barrote de la rejilla y salieron a la calle del Rosario, Franco se dejó olvidada en el alfeizar su pipa.
Huyó a Portugal y después a París donde vive hasta que el 15 de abril del 31 regresa a España, alentado por los resultados de las elecciones municipales donde el bando republicano arrasa. Se presenta en las elecciones por Ezquerra Republicana en Barcelona y empieza a hacer sus pinitos, pero su poca preparación política y de oratoria, hacen que sufra revolcones sonoros por parte de políticos como Maura. Su mujer descubre que tiene otra familia en Barcelona y casi estrenan ellos la ley del divorcio recién instaurada por la República.
Desanimado con la política, acepta el cargo de agregado aéreo en Washington pero en el alzamiento del 36 es destituido. Sin embargo vuelve a España con motivo del nombramiento de su hermano, se hace cargo de la base militar de Palma y se coloca muy cerca de su hermano, parece que olvidando sus ideas de izquierdas. “Paco por ambición sería capaz de asesinar a nuestra madre y por presunción mataría a nuestro padre” dijo a su hermano según Paul Preston en su libro ‘El Gran Manipulador’.
En 1938 su hidroavión se estrella en Palma, poniendo fin a su vida.
Esperanza, y un poquito JMDC, 24 de noviembre de 2020.
Ya anunciamos esta crónica en https://madriztaldiacomohoy.org/2020/06/30/30-de-junio-de-1929/,
Fuentes:
https://antoniocdelaserna.wordpress.com/2012/09/05/la-fuga-de-un-conspirador-ramn-franco/
Un comentario en “24 de noviembre de 1930”