Diego Mazquiarán Torrontegui, alias “Fortuna”, nacido en Sestao el 20 de febrero de 1895, fue aprendiz de fundidor en los altos hornos, luego repartidor de pan en Sevilla, pero su pasión era el toreo.
Debutó como novillero en Indauchu en 1912, tomo la alternativa en Madrid en 1916 de manos de Rafael Gómez “El Gallo”, tuvo la fortuna de estar en 1918 en el cartel inaugural de la plaza monumental de Sevilla (no es la Maestranza, la monumental de Sevilla solo aguantó hasta 1921) junto a Gallito y Curro Posada, y el inaugural de 1931 de las Ventas (ya os hable de ese día y de la plaza de toros más bonita del mundo https://madriztaldiacomohoy.org/2019/06/17/17-de-junio/), pero la faena por la que le otorgaron la Cruz de la Orden Civil de la Beneficencia no la llevó a cabo en ningún coso taurino.
Tal día como hoy de 1928, como cada mañana al salir el sol, el camino de Extremadura es compartida por carruajes y aquellos primero autos, con las ganaderías que se mueven entre corrales y fincas de pastos, no quedaba fuera de lo normal que un toro y una vaca se apartaran del rebaño, lo que si lo fue es que los pastores no fueran capaces de controlarlos y la bovina pareja decidiera ir a desayunar al centro de Madriz. Llegaron a la cuesta de San Vicente, de allí a la Plaza de España, donde el morlaco, negro, grande, y desarrollado de pitones, encontró a un vecino del paseo de Extremadura, un tal Andrés Dominguez, de 67 años, que resultó con contusiones de pronostico reservado. Tampoco se le dio bien la mañana a Anastasio Martín, ordenanza de la Comisaría de Vigilancia del distrito de Hospicio, que en la calle Desengaño se llevó un puntazo en el glúteo. Siguieron por Conde de Toreno y Leganitos, donde a la pobre vendedora Juana López López, de 66 años, domiciliada en Pinos Altas n.º 7, fue volteada y quedó sin conocimiento. Llegaron hasta el mercado de San Ildefonso, en que tranquilamente desayunaron en los puestos de hortalizas, para seguir por Corredera, y aparece en la Avenida de Pi y Margall. Ya en Gran Vía el toro negro apareció solo, quizá malhumorado por el plantó que su novia le había dado, provocó el pánico, viéndose impresionantes carreras a refugiarse en portales y tiendas que echaban sus cierres. Además de los mencionados, muchos fueron los heridos de menor consideración, a la vista de sus edades, lo que aquella mañana era peligroso era no estar en condiciones de correr.
Allí, en Gran Vía, Diego Mazquiarán había salido con su esposa a pasear. Creo que lo mejor es escuchar sus propias palabras en la entrevista concedida al reportero del Imparcial que le entrevistó un rato después en el café de Regina:
“Había salido con mi mujer a dar un paseo aprovechando esta mañana de sol tan deliciosa. Al llegar a la Gran Vía observé que la gente corría despavorida, refugiándose en los portales, y los comerciantes comenzaban a cerrar los establecimientos. ¿Qué pasa?—pregunté curioso—. Pero nadie me contestaba Entonces vi que un poco más abajo del Casino Militar haliía un toro. Sin decirle nada a mi mujer que, temerosa, presenciaba el correr do la gente, le hice que se refugiara en una casa y salí corriendo hacia donde estaba el toro. Era un «galán» con dos pitones. Me despojé del gabán y comencé a torearle. La gente al verme comenzó a gritar, pues el pájaro me buscaba y quería echarme mano. A mi lo único que me preocupaba era sujetarle, pues temía que se me escapara y ocasionara unas cuantas desgracias. Al principio lo logré, pero el marrajo, al convencerse de que no me podía coger intentó huir. Yo el tapaba la salida y lo consentía unas veces con el gabán y otras con el cuerpo. Como no podía perderle la cara, ante el temor de que se marchara, o me cogiera, pedía una espada. Me trajeron un espadín del Circulo Militar, pero no servía, pues esos espadines se doblan y no “calan”. Entonces di las señas de mi casa y fueron por un estoque. Todo esto tenía que decirlo toreando y sin perder la cara al toro. Pasaron unos momentos angustiosos, pues por tres veces creí que el toro se me iba. Por fin trajeron el estoque y entonces le igualé procurando “amarrarle” bien a la muleta y le maté.”

Ninguna cita la fuente y para mí que es un montaje.
Mató a volapié, en lo que era un experto, hasta no mucho antes siempre se mataba recibiendo, ayudado de una muleta que era su gabán doblado.
“Era un marrajo, si embiste le hubiera toreado a gusto. Ya que los empresarios no me contratan hubiera aprovechado esta corrida espontánea para demostrar que todavía sé torear y matar un toro a ley.”
“Siempre queda uno satisfecho de que se hace una acción buena, aunque para ello nos tengamos que jugar la vida. Para algo más que el lucimiento ha de servir la profesión.”
Parece que Fortuna volvió a ser contratado para torear después de aquello, convertido en un héroe.

http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0001013990&page=3&search=toros&lang=es
Lo que no he conseguido averiguar es qué paso con la vaca, en algún lugar entre San Ildefonso y Gran Vía, tal día como hoy alguien acabó ordeñandola o haciendola filetes sin buscar mayor publicidad.
Por cierto Diego, Fortuna, dobló en un manicomio de Lima en 1940.
JMDC, 23 de enero de 2020.
Fuentes:
http://deltoroalinfinito.blogspot.com/2019/03/diego-mazquiaran-fortuna-retazos.html
El imparcial, edición del 24 de enero de 1928, página 3:
http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0001013990&page=3&search=toros&lang=es
https://es.wikipedia.org/wiki/Diego_Mazquiar%C3%A1n_%22Fortuna%22
https://www.madridiario.es/464231/cuando-la-gran-via-se-convirtio-en-una-plaza-de-toros