Joan Ramón Francisco Oliva y Moncusí estaba cercano a cumplir los 24 años, casado y con una hija que no llegaba al año y medio, había probado en diferentes oficios, inició estudios de escultura y de imprenta, trabajada de tonelero lo que le hizo entrar en contacto con la asociación de obreros del gremio “La Cooperadora” en donde entró en contacto con las ideas socialistas y anarquistas.

A su familia, pequeños propietarios en Cabra de Camp con la que la relación era mala desde que se casó con la criada del centro de lectura de Valls, les pidió dinero para ir a Argel a trabajar, pero de quedó en Madriz, y aquí se dirigió a un joven como él.
Tal día como hoy de 1878 Alfonso XII volvía a casa tras una maniobras militares en Ávila, a caballo por la calle Mayor era aclamado por numeroso público congregado para verle pasar. Tenía entonces 21 años. Sonaron dos disparos procedentes de un revolver Lefaucheux del 48 que fue arrebatado al instante de las manos de Joan por el público que le rodeaba.

El tío Benito nos lo contaba así:
“El 25 de Octubre regresó el Rey Alfonso de un viaje que hizo a las provincias del Centro, y al pasar en coche por la calle Mayor, cerca ya de los Consejos, un jovenzuelo disparó contra él dos pistoletazos, sin causarle daño alguno. El agresor, detenido al instante, se llamaba Juan Oliva Moncasi, era natural de Cabra (Zaragoza), y según dijo, estaba afiliado a la Internacional. La emoción de este suceso no duró mucho. El tal Oliva era indudablemente un fanático; pero con menos visos de locura que de tontería. Según mi leal entender, en aquella época de una insipidez mal azucarada, hasta el regicidio era tonto, desaborido y sin picante. Del desdichado Oliva se habló un poco en aquellos días, y otro poco cuando le dieron garrote en Enero del año próximo.”
Benito Pérez Galdós, Episodios Nacionales “Cánovas”

Aunque no se habló mucho del incidente, le sacaron coplas, de aquellas que cantaban las ciegos de pueblo en pueblo llevando las noticias a donde no llegaban los periódicos o si llegaban la gente no sabía leerlos, hoy en lugar de buscar los periódicos del día siguiente voy a buscar otra fuente, y he encontrado un plliego de cordel, cuadernillos impresos que están entre las coplas de ciego y los periódicos, en el que puede leerse:
“No hay que dudar; nadie ignora
en nuestra querida España,
que en veinticinco de Octubre
del año que á poco acaba
de pasar, fué D. Alfonso,
nuestro rey, de indigna bazaña
objeto por parte de un
miserable que intentaba
dar dias de triste luto
y dolor a nuestra patria.
La calle Mayor, fué el sitio
de la corte, do esperaba
llevar á cabo su intento
el infeliz que hoy acaba
en patíbulo afrentoso
sus dias. Con justas ansias
la gente y con entusiasmo
esperaba la llegada
del Rey, que aquel mismo dia
de las maniobras llegaba
entrando en Madrid. Las tropas
la carrera ya llenaban;
y los balcones cubiertos
de nobles y bellas damas
se veían, y los himnos
la llegada anunciaban.
Pasaba el noble cortejo,
mas cuando en la parte entraba,
mas estrecha de la calle,
Oliva al punto dispara
al rey un pistoletazo
que no le toca, á Dios gracias.
Al punto los mas cercanos
sobre Oliva se abalanzan,
los soldados le detienen
y cual no teniendo nada
se deja prender Oliva,
aunque si huir intentára
si lo consiguiera al punto
no por esto se escapára.
Sigue el cortejo su curso
y como antes lo pasa,
de modo que hasta después
de haber hecho su llegada,
nada se supo en palacio
Y hasta los mas lo ignoraban.
Llevóse pronto él proceso
A la sentencia y con rápida
maestría se ha fallado
que la muerte, suerte aciaga,
es el castigo mas justo
que las leyes le señalan.
Cuando el fallo se ha sabido,
la caridad que no falta
nunca en el hidalgo pecho
de los vástagos de España,
ha elevado al ministerio
la petición de la gracia
de indulto, pero el gobierno
que sabe que es por la patria
un peligro el perdonar
los hechos de tanta infámia,
aunque ha escuchado los ruegos,
que la ley se cumpla manda,
y amparándose en la ley
con pesar negó la gracia.
El dia tres del Enero,
ayer, la fecha no es larga,
el reo entró ya en capilla
y hoy, esta misma mañana,
se ha cumplido la sentencia
y á Dios ha entregado su alma
Oliva, en justo castigo
de su vil inténto. Esclava
siempre de ideas sombrías
y de pasiones ingratas
la vida, deben los hombres
con gran empeño acallarlas,
y por eso el hombre mismo
para castigar sus malas
consecuencias, dar ejemplos
debe de justicia tanta
que sirva á todos de freno
la ley que al crimen no ampara.
Rguemos, por tanto al cielo
que perdone su triste alma
que á su seno habrá llegado,
ya que en su morada santa,
con celestial cariño
al arrepentido ampara.
Y al mismo tiempo reguémosle
para que libre á la pátria
de séres que en su locura
de crímenes y venganzas,
llenan de sangre sus manos
y á tantos de amargas lágrimas.”
Podéis verlo aquí: http://bibliotecadigital.jcyl.es/es/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=10073205
JMDC, 25 de octubre de 2019
Fuentes:
https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Oliva_Moncus%C3%AD#CITAREFP%C3%A9rez_Gald%C3%B3s1912
Un comentario en “25 de octubre”