
Se dice que Dios, o la naturaleza para el no creyente, creó al hombre con la finalidad suprema de alcanzar la felicidad. Ese y no otro es el motor de sus actos y el «leitmotiv» de sus pensamientos.
Pero cuando se trata de definir que se entiende por felicidad la cosa se complica, pues las circunstancias personales, culturales, sociales, econòmicas, etc, de quién se hace la pregunta condicionan notablemente la respuesta.
Si atendemos a la mentalidad burguesa, por ejemplo, y nos situamos en la época de la ilustración, esta felicidad para que sea auténtica debía basarse en la propiedad privada, la libertad y la igualdad.
De este modo, los padres fundadores de los EE.UU consideraban que la búsqueda de la felicidad era un derecho inalienable, junto a la Vida y la Libertad.

En 1776 un joven abogado norteamericano, Thomas Jefferson, delegado de Virginia para el segundo Congreso Continental que iba a celebrarse en Filadelfia, y miembro del comité creado para redactar la declaración de independencia de los Estados Unidos – en el que estaban también John Adams y Benjamín Franklin -, redactó un primer borrador del texto constitucional, en el que abogaba por que la organización política de las treces colonias tuviese como fin la protección de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad para todos los hombres , pues todos fueron creados iguales por su creador.
No obstante, y pese a que todo hay que contextualizarlo en la época en la que ocurrieron los acontecimientos, resulta cuanto menos chocante que estos mismos padres fundadores que tanto abogaban por la libertad e igualdad, poseyeran una gran cantidad de esclavos en sus plantaciones y propiedades.
Observamos en este sentido con cierta estupefación como el propio Jeffersón, que calificaba la esclavitud de «crimen abominable», poseyó en su residencia – plantación de «Monticello» no menos de 600 esclavos a lo largo de su vida, llegando incluso a tener entre 6 y 8 hijos con su esclava Sally Hemings. Buen «curriculum» para el que llegaría a ser el 3º presidente de los EEUU.

El que fuera primer presidente, el célebre George Washington, no le andaba a la zaga; poseía también cientos de esclavos en su plantación sureña de Mount Vermont, y llegó incluso a prohibir la presencia de afroamericanos en su filas cuando fué nombrado general en jefe del ejército Continental.
Como resulta evidente, el ser humano suele caer en el vicio bíblico de ver «la paja en el ojo ajeno» con mas asiduidad de lo razonablemente aconsejable. Por eso, y para no caer en el desánimo constatando nuestras impercepciones, yo prefiero quedarme con las hermosas palabras que Thomas Jefferson redactó y que encabezan la susodicha Declaración de Independencia……
« Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad «

Fuentes
http://enciclopedia.us.es/index.php/Thomas_Jefferson
https://es.wikipedia.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_de_Independencia_de_los_Estados_Unidos