
Será cierto que el hombre no es honesto por naturaleza?. La historia nos demuestra que pese a la existencia de numerosos ejemplos de generosidad, justicia o compasión por los mas desfavorecidos, en términos generales podríamos decir que lo que ha marcado el desarrollo económico y social de las naciones ha sido fruto de la ambición desmedida, de la codicia o de las ansias de poder del ser humano.
Siempre se ha dicho que lo más difícil que han de superar aquellos que consiguen, con más o menos esfuerzo, alcanzar el poder, no solo es mantenerse en él sino sobre todo no caer en las tentaciones y “malos hábitos” que el mismo comporta.
Y la verdad es que resulta difícil resistirse a las ventajas que el ejercicio del poder conlleva, a las lisonjas y adulaciones de los más serviles, a los privilegios, al enriquecimiento injusto…..

Por eso los romanos, conocedores de que el poder transforma las personalidades y corrompe las voluntades, tenían por costumbre, cuando sus generales desfilaban victoriosos por las avenidas de Roma, colocar a un sirviente a su lado que les susurraba al oído: “Memento Mori”, es decir, “Recuerda que eres mortal”. Con estas palabras les recordaban lo efímero de nuestra existencia y que no eran dioses, sino meros mortales que antes o después pasarían el trance de enfrentarse a la muerte.
Siempre recordaré la famosa escena de la legendaria película de Peter weir «El Club de los Poetas Muertos» (1989), con el inolvidable, brillante y malogrado actor Robbin Williams interpretando al profesor John Keating, hablándoles a sus alumnos sobre el significado de la expresión «Carpe Diem» (Aprovecha el momento), del poeta clásico Horacio.
Hay que vivir el momento, si, sin duda; pero manteniendo en las situaciones de dominio o poder una coherencia con nuestros principios, intentado imprimir en nuestros actos la honestidad y decencia mas decorosas, que nos permitan llegar al fin de nuestros días con la frente lo suficientemente alta como para poder mirarle a Dios a los ojos, cara a cara, para rendirle cuentas. ¡Pero que difícil resulta!.

Una célebre victima de la corrupción del poder fue el propio Jesucristo, que fué condenado a morir por enfrentarse al corrupto sistema religioso y político de su época, ya fuese el Sanedrín judio o el mismo gobernador romano Poncio Pilatos.
Fue en el «Sermón de la Montaña«, con permiso de Nietzsche, donde Jesús sento las bases de su mensaje. «Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al mal, sino que: a quien te golpee en la mejilla derecha, ponle también la otra.- (Mt 5, 39)
Esto, que es la esencia del cristianismo, es totalmente incompatible con el ejercicio del poder como hoy se entiende – incluso aunque no fuese corrupto-. Todos sabemos lo dificil que es amar a nuestros enemigos, o lo complicado que es mantener la ley sin tener que recurrir en ocasiones a la violencia, pero en fin, esto es lo que hay. En verdad, el listón esta demasiado alto.
Por ello, y volviendo al principio de este artículo, quizás tengamos que llegar a la conclusión de que efectivamente el ser humano depende mas de su voluntad por » hacer bien las cosas», que de la mera genética….Resumiéndolo en palabras de San Juan de la Cruz: «Donde no hay amor, pon amor y recibirás amor».

Fuentes:
https://es.wikipedia.org/wiki/Serm%C3%B3n_de_la_monta%C3%B1a
https://opusdei.org/es-es/article/audio-el-sermon-de-la-montana/
https://www.filmaffinity.com/es/film315826.html
Buen análisis. Y me vienen a la mente, con esto de la res pública y la corrupción inherente al ser humano, esos certeros versos de Antonio Machado, más en vigor hoy que nunca :
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Ójala todos los políticos pudieran entonarlos en alto!!
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