
En ocasiones llega un momento en nuestras vidas en el que parece que hemos alcanzado un punto de inflexión, un momento en el que experimentamos la necesidad de un cambio radical, un estado de «hartazgo» que irremediablemente nos enfoca hacia un punto sin retorno, hacia un escalofriante dilema: o nos transformamos o nos abandonamos en el abismo…..
Para mas de uno ese momento, en la actual situación de pandemia en la que estamos inmersos, y en un mundo donde todo va demasiado rapido y en el que hasta los principios morales sobre los que hemos construido nuestra sociedad se tambalean al son de una sintonía relativista que todo lo cuestiona bajo el lema «todo vale», quizás ese momento como digo, ha llegado.

León Tolstoi confesaba en sus primeros años: “Mi vida es una broma estúpida y cruel que alguien me ha gastado”. Para el la vida no tenía sentido y le provocaba una constante angustia.
Únicamente cuando miró hacia arriba encontró el inmortal autor de «Guerra y Paz» el pilar sobre el que construir su salvación: la fé en Dios. Sustentado en ella, lo contó él mismo, accedió a “El conocimiento del sentido de la vida humana, gracias al cual el hombre no se aniquila, sino que vive”. De ésta forma consiguió liberarse del miedo.
Cada uno tiene sus motivos, pero al final todos llegamos en la vida a esa encrucijada, sea cual sea la decisión a tomar, en la que subyacen cuestiones como ¿Quienes somos? o ¿Adonde vamos?. En cierta manera todos intuímos que quién se engaña a sí mismo, tarde o temprano acaba desengañándose para bien o para mal.
A finales del siglo XIX y principios del XX grandes figuras de las letras inglesas, ya fuesen ateos, agnósticos o anglicanos, se convirtieron al catolicismo. En unas cuantas décadas una constelación de célebres escritores como C. S. Lewis, J. R. R. Tolkien, G. K. Chesterton, Hilarie Belloc, Edith Sitwell, Dorothy Sayers, T. S. Eliot, Graham Greene o Evelyn Vaugh – famoso por la versión televisiva de su obra «Retorno a Brideshead» -, entre muchos otros, vivieron una especie de «fiebre de conversión», cada uno de ellos con sus fascinantes matices. Fue como una especie de «ola de conversiones» en cuyo origen tuvo mucho que ver el influjo de los escritos y la personalidad bondadosa y alegre del propio Gilbert Keith Chesterton (1874-1936), uno de los grandes escritores del siglo XX, cuyo carácter, bohemio y excéntrico, irónico y lúcido a la vez, jamás pasó inadvertido.

Su conversión al catolicismo, como en el caso del eclesiástico anglicano John Henry Newman 75 años antes, o como la del premier Tony blair, mas de 80 años después, le supuso algo así como la entrada en puerto seguro «después de navegar en un mar en tormenta»
En julio de 1922 Gilbert decidió dar el paso de su conversión en un cobertizo de lata situado en la trasera de un hotel de estación de Beaconsfields,donde vivía. El cobertizo lo habían convertido en capilla a falta de un templo cercano.
Una de las claves de su exito tanto a nivel profesional como sobre todo personal – no se le conoció enemigo alguno en toda su vida – fue su extraordinario sentido del humor. Su risa era sincera, alegre, contagiosa e inolvidable. Durante una conferencia que impartió y a proposito de su gran corpulencia afirmó: «Les aseguro que no tengo este tamaño, en absoluto. Lo que ocurre es que el micrófono me está amplificando».
Cultivo todos los géneros – la ficción detectivesca con su famoso «Padre Brown», su crítica literaria, sus escritos sobre justicia social y economía, su poesía o simplemente sus juegos de palabras -, pero lo que mas atraía de él era su alegría y bondadosa personalidad.

Supo ademas, en un alarde de coherencia, exponer los argumentos que justificaban su conversión, reflejando en sus obras – las biografías de San Francisco de Asis y Santo Tomas de Aquino, o su magnifica novela «un hombre eterno» – su gran humanidad y notable conocimiento del mensaje cristiano.
La vida le sonrio, y él le devolvió la sonrisa a los demas. Su vida fue un ejemplo para muchos de los que le conocieron; él les enseño a amar y disfrutar de las cosas mas nimias y a más de uno le marco los inicios de la senda que les llevaría a la felicidad.
Demostró, en definitiva, que todos podemos cambiar y mejorar nuestras vidas en nuestro incesante camino en la búsqueda de la felicidad… Descanse en paz.

Fuentes:
¿Por qué Chesterton se hizo católico?
http://www.fluvium.org/textos/lectura/lectura198.htm
http://www.fluvium.org/textos/lectura/lectura198.htm
https://www.religionenlibertad.com/blog/24243/la-conversion-de-leon-tolstoi.html
Interesante historia de una ola de conversiónes y bonita biografía de un hombre con muchas aristas, católico converso más convencido que aquellos que presumían de serlo. Su fina ironía le llevó a acuñar grandes frases como cuando afirmaba «Si de verdad vale la pena hacer algo, vale la pena hacerlo a toda costa». El era un vitalista y lo demostró con su ejemplo.
Me gustaMe gusta