A Bayezid I, alias el Rayo, se le conocía en estas tierras como Bayaceto, aquel sultán otomano venía dando a los cristianos, y aunque no llegó a tomar Constantinopla, en Nicópolis (hoy Bulgaria) zumbó a los cruzados con Segismundo, rey húngaro, a la cabeza en 1396, a Europa se le ponían de corbata. Pero pararle los pies a Bayaceto no sería algo que hicieran los occidentales, la ostia le vino por el este.
A Temür, en estas tierras se le conocía como Tamerlán ( Timur Beg, más o menos señor de hierro, y Leng, el cojo), el menda era un tártaro nómada y musulmán, que se paseó por Eurásia entre Delhi y Moscú, de 1382 a 1405 contándole el cuello a quien no le mostraba sometimiento, y arrasando las ciudades que le oponían resistencia, convirtiéndose en el emperador de un territorio que iba desde el noroeste de la india, al este de Turquía, parte de lo que hoy es Siria, casi todo lo que es Irak, Kuwait, algo de lo que es Arabia Saudía, por el sur los límites los tenía en el golfo Pérsico y el mar arábigo, comprendiendo casi todos los paises que acaban en “tán”, salvo Kazajistán, del que solo tenía una franja al sur.
En el verano de 1402 Temür venció a Bayezid I en la batalla de Angora (Ankara), y allí estaban para contarlo dos reporteros españoles, Pelayo de Sotomayor y Fernando de Palazuelo que el rey Castellano Enrique III (el doliente) había mandado en misión diplomática para iniciar relaciones con Tamerlán, ya se sabe, el enemigo de mi enemigo es mi amigo.
Tamerlán los recibió cuando se sacudió el polvo de la victoriosa batalla, y como le pillaron de buen humor fueron agasajados, y los devolvió a Castilla con una carta para el rey, un embajador, Mohamad Alcagi, varios regalos y tres esclavas cristianas rescatadas del harén de Bayaceto, que acabarían siendo las esposas de Pelayo y Fernando, y del corregidor de Segovia (la nieta del rey de Hungría, de nombre Angelina de Grecia).
Era Clavijo, madrileño de nacimiento, camarero real de Enrique III, como fue de su padre Juan I, y lo sería de su hijo, Juan II, por tanto hombre de su plena confianza, al que encomendarle una importante y delicada misión, acreditarse como embajador plenipotenciario ante Tamerlán, así que le mandó para el Medio Oriente junto a Alcagi, un fraile y 12 guardias, portando una carta, regalos y media docena de halcones, para el nuevo emperador de Asia con el que pretendía aliarse para contener a los turcos en su expansión por el Mediterráneo.

Litografía de J. Donon (Madrid) – imp. 1860
Madrid : Lit. de J. DONON
Biblioteca Nacional de España:
http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000030313
No fue sencillo el viaje por mar, Roma, Rodas, Constantinopla, y finalmente Trebisonda (Turquía, en el Mar Negro), luego por tierra, cruzando Irak, Irán, Uzbekistán…. .el jodio Temür cada vez se iba más al este, y ellos siguiéndole, hasta que por fin le encontraron en Samarcanda en septiembre de 1404, para entonces ya habían caído Gómez de Salazar, guardia real, y uno de los halcones.
Fueron recibidos con grandes fiestas, Tamerlán contestó la carta de Enrique III, con otra en la que le daba detalles de lo bestiajo que era en sus batallas (como hacer comer espadas a sus enemigos, hacer pirámides de cabezas, y cosas desagradables por el estilo), pero le pillaron algo flojo ya de salud (ya tenía 68 tacos el tártaro) y ocupado, tanto que no tuvo tiempo de despedirse de los castellanos, en su siguiente proyecto, invadir China (con un par, pero como esa guerra era yihad, había que liarse la manta a la cabeza). Clavijo estuvo dos meses intentando concretar acuerdos diplomáticos, pero el 17 de noviembre fue invitado a volverse a Iberia.
El camino de vuelta fue complicado, al doblar Temür en marzo de 1405, la cosa se puso seria en lo que había sido su imperio, (mucho aspirante a sucesor dándose de palos) un nieto de Tamerlán los tuvo seis meses detenidos, hasta que pudieron continuar el viaje (sin los regalos que portaban claro).
Tal día como hoy de 1406 en Alcala de Henares, Ruy González de Clavijo se reencuentra con su rey, Enrique III, había salido de el Puerto de Santa María 22 de mayo de 1403 y había llegado a Sanlucar de Barrameda el 1 de marzo de 1406.
Ruy Gonzaléz de Clavijo escribió un libro de memorias de su viaje, es un documento único que describe las ciudades por las que pasó, la gandiosidad de Samarcanda, las costumbres de las gentes y el lujo de la corte de Tamerlán. Su queréis un ejemplar del libro, vamos, el primer manuscritos, aquí lo tenéis:
o este:
JMDC, 24 de marzo de 2020.
Fuentes:
http://dbe.rah.es/biografias/11040/ruy-gonzalez-de-clavijo
https://es.wikipedia.org/wiki/Ruy_Gonz%C3%A1lez_de_Clavijo